TEORÍA DE LA REPETICIÓN Y LOCALIDAD ALGORÍTMICA

En este artículo quiero proponer una hipótesis sobre la esencia del TODO. Desde mi punto de vista, la realidad esta conformada por una macro estructura matemática constituida por dos tipos de objetos, unos son pasivos y sufren la acción procesal de funciones y los otros encierran su propia funcionalidad que interactúa con su información intrínseca y la de los demás. Esta compleja malla de números, variables y procesos matemáticos constituyen el conjunto de la realidad global. Podemos adivinar en este comportamiento, una dinámica algorítmica que se erige como el motor de todo lo conocido y desconocido y que trasciende la existencia, no solo humana, sino universal, en el sentido actualmente considerado como tal, es decir, tomando como universo el ámbito a gran escala que habitamos.

Añadiré que la característica primordial de este mega objeto es la repetición, propiedad ésta que se manifiesta en diferentes niveles y que precisa en cada uno de ellos de un núcleo básico. En el más general, ese núcleo es una secuencia infinita de universos locales, de los cuales, nuestro hogar es solo un elemento y en la que se diferencian unos de otros en pequeños matices en adyacencia y con una gradación creciente en divergencia con la distancia en la secuencia. Encontramos un símil en la recta real, en la que la infinitud se presenta como propiedad fundamental , no por ello enmascarando la individualidad y unicidad de cada uno de sus elementos. Para fijar la analogía entre el conjunto de los números reales y la realidad, pensaremos que el equivalente a nuestro universo local sería un número, existiendo infinitos distintos, pero semejantes a él con diferente grado de similitud.

Este núcleo, estructurado en un continuo relativo, se multiplica hasta infinito, dando como resultado una configuración en la que cada universo local se repite indefinidamente. En este paisaje global y aunque resulte difícil para nuestra mente entrópica y adaptada a las exigencias de la supervivencia desde el origen de nuestra existencia como especie, hemos de prescindir de los conceptos de espacio y tiempo, que por mucho que condicionen nuestras convicciones físicas e incluso filosóficas, no serán extrapolables a otras realidades locales, es decir a otros universos y que lo lógico sería que solo tuvieran vigencia en un entorno cercano al nuestro en el núcleo básico, manifestándose, por supuesto, en la repetición infinita del mismo y sus vecinos, generando una imagen análoga a la idea de multiverso de niveles I y III propuesta por algunos investigadores en la física actual. Definida la red matemática global, vamos ahora a acercarnos al entorno local que habitamos. Mostraré, en principio, algunas idea básicas de la Relatividad General, que posteriormente contextualizaré en mi teoría. Empezaré por recordar el fenómeno de la UNIVERSALIDAD DE LA CAÍDA LIBRE. Ya desde la época de Galileo, se sabe, que dos cuerpos soltados desde la misma altura en un campo gravitatorio uniforme llegan al suelo con la misma velocidad, independientemente de su masa inercial y su constitución interna y geométrica, siempre que no existan otras fuerzas ajenas a la gravedad, tales como rozamientos viscosos o el empuje de Arquímedes. Esto tiene una consecuencia directa y es que la MASA INERCIAL que representa la resistencia que oponen los cuerpos a ser acelerados y la MASA GRAVITATORIA que es el objeto víctima del tirón gravitatorio, son la misma cosa. Experimentos históricos han probado esta igualdad con asombrosa precisión. A mi particularmente, esto me sugiere un alto grado de esencialidad en el fenómeno gravitatorio, característica ésta de la que están exentas otras fuerzas como la electromagnética o las nucleares, lo que me lleva e excluir, en cierta medida, al citado fenómeno, del conjunto de las fuerzas. Pero sigamos con el análisis, nos adentraremos ahora en el PRINCIPIO DE EQUIVALENCIA. Este enunciado presenta dos versiones, una para campos gravitatorios uniformes y otra para aceleraciones constantes. Ambos se pueden consultar en cualquier texto básico, pero para el propósito de este artículo me interesa fundamentalmente la primera, que enunciaré estrictamente.
“Un observador en caída libre en un campo gravitatorio uniforme es equivalente a un observador inercial (sin acelerar) en ausencia de gravedad, lo que significa que es imposible determinar la diferencia entre las dos situaciones mediante experimentos físicos”. Pensemos en un individuo en caída libre en un ascensor, para empezar, no siente su peso y por la universalidad de la caída libre, si suelta un objeto, éste cae como él, es decir, flota , lo cual para el pobre sujeto, que ve la vida pasar ante sus ojos por su más que negro futuro, supone que el citado objeto está en reposo, que es exactamente la misma situación que si estuvieran ambos en el espacio interestelar, libres de fuerzas gravitatorias, con la salvedad de que en este último caso el porvenir del mencionado observador no tendría tan malos augurios. Si analizamos el fenómeno desde un sistema de referencia en la fuente de la acción gravitatoria y les vemos caer simultáneamente, admitiendo que es una fuerza la que produce su acelerada caída, resulta obligatoria su modelización, surgiendo de esta forma la idea de una acción a distancia, incompatible con el límite impuesto por la velocidad de la luz, a la que llamaremos fuerza gravitatoria. En este punto resulta fundamental notar que la observación tiene lugar en un sistema particular y con una geometría propia y bien diferenciada. Sin embargo en el ascensor, el observador no ve ninguna acción sobre el objeto y por tanto no precisa la definición de fuerza alguna; como la geometría de su sistema asociado es distinta que la de la fuente, todo indica que la existencia de la acción gravitatoria es producto de la geometría utilizada. A este tipo de fuerza los físicos les llamamos pseudo fuerzas. A la luz de este razonamiento Einstein concluye que el fenómeno gravitatorio es consecuencia de la geometría del espacio-tiempo; es decir, los cuerpos curvan el espacio-tiempo y su movimiento está a su vez condicionado por esa curvatura, lo cual, por cierto, es un claro ejemplo de esos objetos a los que hacía mención al principio del artículo que encierran información interactuante con su funcionalidad. En las ecuaciones de Einstein, la materia y la energía, dos facetas del mismo concepto, están directamente relacionadas con la curvatura del espacio-tiempo representada por un objeto puramente geométrico, matemático. Hay que hacer notar que el propósito de las citadas ecuaciones es establecer el marco en que se desarrolla la física, que es por otra parte el objeto de este texto. Así como los fotones son los intermediarios de la fuerza electromagnética, es un ente puramente matemático, conocido como MÉTRICA el propagador del efecto gravitatorio. Así las cosas y después de la Relatividad General, disponemos de un universo único y dinámico con una curvatura del espacio-tiempo dada por su constitución energética. Un universo, sin embargo provisto de una expansión acelerada no contemplada, de origen, en la teoría. Es éste, por tanto un marco que a pequeña escala, parece contrastado por la experimentación, pero que presenta el inconveniente de la insuficiente modelización del carácter expansivo observado a escalas mayores. No obstante, en las Ecuaciones de Einstein aparece un término inquietante, que, en principio, suele considerarse relacionado con la energía del vacío y que a gran escala representa un altísimo porcentaje de la energía total, los experimentos le dan carácter repulsivo y asociado al nombre genérico de ENERGÍA OSCURA, parece ser el causante de la conocida expansión del universo. Desde mi punto de vista y aceptando su presencia, creo que existe un error lógico en cuanto a la asociación del citado término a cualquier tipo de energía de naturaleza común con la convencional, es decir con aquella que se traduce en materia o energía y que sí considero causante a pequeña escala de la curvatura de sintonía fina, que corrobora la experimentación. A día de hoy la búsqueda de un modelo correcto que contemple la citada energía oscura ha resultado infructuosa. Y por fin voy a exponer mi teoría sobre la dinámica del universo local en el que vivimos, pensamos y conjeturamos; sea pues ésta mi conjetura.
El baile de la realidad que nos rodea es una danza algorítmica análoga a la de un programa construido en un lenguaje informático, desprovista de reloj y tiempos de ejecución, con un flujo dictado por la funcionalidad de los objetos constituyentes y que se desarrolla en un bucle “while (1)”. En ese algoritmo, y entre infinidad de objetos matemáticos, siempre pensando en la finalidad de este artículo, destaca una variable pasiva de rango infinito a la que denominaremos ESPACIO-TIEMPO (ET), de la que deriva una subvariable con carácter de intervalo, asequible al razonamiento humano, que llamaremos INTERVALO ESPACIO-TEMPORAL (IET). Si pensamos en ello el espacio y el tiempo son entes conceptuales a los que tenemos acceso mental a través de las distancias y los lapsos temporales. Resulta obvio que la parcelación del ente global ET en intervalos IET requiere de la utilización de un patrón o célula, representado por otra subvariable, la CÉLULA ESPACIOTEMPORAL (CET). Con estos objetos definidos conjeturo la existencia de otro de funcionalidad implícita y que bajo la estructura de campo físico actúa sobre la CET durante la ejecución del cuerpo del bucle. Pero, ¿Que aspecto presentaría este código fuente?. Para empezar fuera del lazo tendríamos una declaración de la variable ET y dentro del propio bucle repetitivo habría una declaración de IET y CET, en la que CET estaría inicializada a infinito e IET a cero. En las primeras fases de la ejecución y con los ladrillos matemáticos predefinidos se van construyendo objetos simples tales como las circunferencias notables, los elipsoides de índices, inercia y otros, los potenciales electromagnéticos o los monopolos magnéticos que entre otras muchas estructuras básicas van creciendo en complejidad hasta conformar un embrión del futuro universo observable. En un punto determinado de la ejecución del cuerpo del lazo, entra en funcionamiento el campo mencionado que llamaremos CAMPO EXPANSOR que tiene como víctima a la CET, produciendo una contracción de la misma que conlleva automáticamente el crecimiento de IET, desplegandose el marco en que los entes previamente evolucionados hasta el carácter embrionario desarrollaran su dinámica, ya en un ámbito espacio temporal. Para clarificar el panorama, pensaremos que en el punto de arranque del campo expansor la célula medidora es tan grande que cualquier distancia es nula, sería como si todo estuviera concentrado en un punto y cualquier lapso temporal fuera cero de modo que nada pasa. La acción del campo provoca una disminución del patrón, generando intervalos espacio temporales con carácter expansivo en los que se despliegan las concreciones que constituirán el universo que percibiremos. Ahora ya nos encontramos más cómodos por la aparición del ámbito espacio temporal que nuestra mente identifica. Y es en ese ámbito en el que uno de esos conceptos que se fueron construyendo en las fases previas a la acción del campo, la energía, propicia la sintonía fina en el modelado de la célula espacio temporal y que seguramente esta contemplado en las ecuaciones de la Relatividad General. Pero quiero remarcar que es solo eso, sintonía fina, porque la dinámica de expansión es consecuencia, en un altísimo porcentaje de la acción del campo expansor. Predigo que la acción del campo actuará sobre el patrón hasta anularlo, situación en la que la menor distancia será infinita y también el menor lapso temporal, con lo que nada existirá y nada pasará, llegando de esta forma al final del cuerpo del bucle, para reiniciarse en ese punto, estableciendo el ciclo que dinamiza nuestro entorno cercano. Para concluir, seguro que alguien, después de leer las lineas previas, entrevera un resquicio, para ubicar la presencia de Dios como analista y programador, no sólo del algoritmo global ,sino también del que rige nuestra casa. Pero he de decir que esa actitud responde a nuestra idea de la dinámica causa-efecto propiciada, sin ninguna duda, por nuestro cerebro entrópico, que precisa para el desarrollo de la vida un fluir de la parte temporal de la variable IET unidireccional, en el que hay un antes que condiciona el después. Este modo de funcionamiento no tiene porque ser extrapolable a la realidad que nos trasciende y por tanto la mecánica de la realidad no tiene porque contemplar una causa. O sí.

Sodupe 27 de Octubre de 2018 Mikel Zabalbeitia. Profesor de física en el Centro de Estudios Universitarios IKASTEK

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